Lucas ‪15,1-3.11-32 | Comentario:

La parábola del Hijo Pródigo, como la llaman algunos, o del Padre Misericordioso, como la llaman otros, es sumamente conocida. Pero para comprenderla de mejor manera debemos tener en cuenta lo que se nos dice al inicio del Evangelio de hoy, que todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo y frente a esto los fariseos y escribas murmuran escandalizados, cómo es posible que este hombre, que dice hablar de Dios, reciba a los pecadores y coma con ellos.

Es en este contexto en el que Jesús cuenta la historia del hijo que se va con la herencia del Padre, la malgasta y vuelve dispuesto a trabajar como jornalero y se ve sorprendido por el amor y el perdón del Padre, que solo tiene palabras de acción de gracias por su retorno. Nuestro Dios es un Dios de misericordia. Y nosotros estamos invitados a ser como El, a ser misericordiosos, no se trata de juzgar y señalar con el dedo a los pecadores, porque Dios no los juzga ni condena, sino que está dispuesto a perdonarlos, como está dispuesto a perdonarnos a nosotros, pecadores también a nuestro turno.

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