Juan 3,1-8 | Comentario:
“El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va.” El autor del Evangelio de Juan nos ofrece una manera poética de hablarnos del Espíritu y su presencia en el mundo, en nosotros. Un fariseo, un conocedor de la Ley, un hombre religioso, de bien, va a ver a Jesús porque reconoce en sus palabras y en sus acciones la presencia de Dios. Nicodemo se ha dejado interpelar por Jesús y acude a él para seguir aprendiendo.
Nicodemo y su diálogo con Jesús en el Evangelio de hoy es una muestra clara de la acción del Espíritu de Dios en la humanidad. Nicodemo no tenía por qué creer en Jesús. Los demás fariseos no lo hacían. Pero Nicodemo se deja tocar por el Espíritu y va en su búsqueda. Nuestro camino de conversión es similar al de Nicodemo. Al Espíritu de Dios no lo podemos contener, no sabemos de dónde viene ni a dónde va, pero podemos tratar de reconocer su presencia en nosotros y en los demás. Es cuestión de sentarse y escuchar con atención, es cuestión de detenerse y acudir a Jesús para que él nos siga enseñando.