Juan 12,1-11 | Comentario:
Aunque el texto de hoy es previo a la entrada de Jesús en Jerusalén, el autor del Evangelio de Juan ya nos pone en perspectiva de lo que va a ocurrir. Jesús vuelve a casa de sus amigos. Jesús es un hombre fiel a sus amigos. Le gusta pasar tiempo con ellos. Y en momentos de tensión, vuelve a rodearse de aquellos en quienes más confía. Es en estas circunstancias que María tiene un gesto profético al ungir los pies de Jesús con un caro perfume de nardo, lo que causa el escándalo de Judas Iscariote por el ‘desperdicio’ económico que ello representaba.
La hora de Jesús se acerca. Pronto será entregado y abandonado por sus amigos. Pero Jesús nunca deja de confiar en aquello que lo rodean, en aquellos que lo siguen. De la misma manera en la que Dios apuesta por la humanidad al enviar a su Hijo, Jesús apuesta por la humanidad en sus amigos, en aquellos a los que quiere. Apostamos nosotros también por la humanidad presente en nosotros o en los otros? Nos dejamos ayudar cuando lo necesitamos? Jesús se deja ungir los pies. Jesús sabe confiar y se abandona a la amistad verdadera. Una invitación a que nosotros hagamos lo mismo.