Marcos 14,1-72.15,1-47 | Comentario:
En la liturgia de hoy empezamos escuchando la narración de la entrada de Jesús en Jerusalén, en la que es aclamado por la gente como el Hijo de David. Y luego escuchamos la narración de la Pasión del Evangelio de Marcos, en la que se nos narra cómo Jesús es capturado, humillado y crucificado. En una misma celebración somos testigos de cómo la gente acoge a Jesús con cánticos y solo unos días después cambian sus alabanzas por gritos de “crucifícalo”. Quienes creían que Jesús los iba a liberar del yugo romano, lo entregan a las autoridades romanas para que lo crucifiquen. Hoy somos testigos de la fragilidad de quienes siguen y acompañan a Jesús.
La pregunta para nosotros hoy que iniciamos la Semana Santa debe ser: ¿Dónde me ubico yo? ¿Soy de quiénes gritan de júbilo al ver a Jesús entrar en Jerusalén o soy de los que luego lo entregan y piden su crucifixión? ¿Estoy listo para acompañar a Jesús en su camino a la cruz? ¿Estoy listo para quedarme al pie de la cruz? ¿Estoy listo para acompañar a otros en su camino de cruz? ¿Para cargar la cruz de otros? ¿Estoy listo para quedarme al pie de la cruz de mi hermano y ayudarlo a bajar?