Mateo ‪25,31-46 | Comentario:

El Evangelio de hoy empieza situándonos en el contexto de una corte muy poderosa. En primer lugar se nos dice que cuando el Hijo del Hombre venga lo hará en toda su gloria rodeado de todos los ángeles y se sentará en un trono. Todas las naciones serán reunidas delante de él. Y luego el narrador habla del Hijo del Hombre como un Rey. Nos encontramos entonces frente a lo más poderoso que podemos imaginar.

Y de pronto aquello que es tan poderoso es semejante a lo más pequeño. Cuando el Rey separa a unos y otros y les explica por qué lo hace, nos queda en claro que el Rey, con toda su gloria y todo su poder, se asemeja a aquellos que tienen hambre, a los que tienen sed, a aquellos que están de paso, a los que andan desnudos, a los que están enfermos o en la cárcel. El poder de Dios se manifiesta en lo pequeño, en los más pobres y necesitados. Preguntémonos entonces si nosotros somos capaces de reconocer a Dios en estos hermanos que sufren de hambre y de sed, los que no tienen donde reposar la cabeza, aquellos que están enfermos o en la cárcel. Porque es allí donde se manifiesta la gloria de Dios.

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