Lucas 24,35-48 | Comentario:
“La paz esté con ustedes”. Así saluda Jesús a sus discípulos cuando se presenta en medio de ellos. Sus amigos están asustados, paralizados. Las ilusiones que habían puesto en Jesús se han roto. Los grandes sueños de liberación se han esfumado. El maestro había sido humillado en la cruz. Es normal que no tengan paz entonces, es normal que se encuentren confundidos. Y en medio de esta situación Jesús les da su paz. Lo mismo nos pasa a nosotros en muchas ocasiones, nuestras ilusiones se quiebran, nuestros sueños se esfuman y no tenemos paz en nuestras vidas. Jesús nos dice entonces a cada uno de nosotros: “la paz está contigo”. Jesús nos da paz. Solo en él podemos encontrar verdadera paz.
La paz nos viene del Resucitado, pero este Jesús Resucitado nos recuerda que es el Crucificado. Jesús muestra sus manos y pies. Jesús muestra sus heridas, no las esconde. Las heridas de Jesús son parte de su ser. La paz de Jesús pasa por nuestras propias historias, con las heridas que hemos ido teniendo en nuestro caminar. Si hay alguien que nos puede dar paz, que nos puede curar las heridas, ese es Jesús. Soy yo capaz de ver mis propias heridas? No se trata de regocijarse en las heridas, pero las huellas de nuestras heridas nos pueden ayudar a curar, nos pueden ayudar a reconocer nuestra fragilidad y la de los otros. Y esa puede ser razón suficiente para encontrar paz en nuestras vidas.