Lucas 6,36-38 | Comentario:
Hace unos días el Evangelio nos invitaba a vivir la perfección inspirada en la perfección del Padre. Y nos podía parecer paradójico que se nos pida ser perfectos cuando lo que nos caracteriza como seres humanos es que justamente no somos perfectos. Pero no se trata de entender literalmente las cosas ni pensar que vamos a ser perfectos como Dios es perfecto, pero sí podemos acercarnos a esa perfección que solo es plena y definitiva en Dios.
Y el Evangelio de hoy nos da una pista. La perfección de Dios puede ser entendida como su plena y eterna y perfecta misericordia. Ser misericordiosos como el Padre es misericordioso es acercarnos a esa perfección. Cuánto más misericordiosos seamos más nos acercaremos al Padre. No estamos aquí para juzgar ni para condenar, sino para perdonar para poder ser perdonados. Hace falta tanta misericordia y tanta capacidad de perdón en nuestras vidas. Qué podamos ser agentes de misericordia para aquellos que buscan paz y perdón en sus vidas.