Juan 15,1-8 | Comentario:
Solo si damos fruto abundante es que podemos glorificar a Dios. Ignacio de Loyola decía que el ser humano ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios. De lo que se trata entonces es de dar gloria a Dios. Pero esta gloria de Dios solo es posible, nos dice Jesús, si somos capaces de dar fruto en abundancia, si dejamos que Dios actúe en nuestras vidas y que nuestra vida pueda ofrecer algo a otras vidas.
Para dar fruto tenemos que estar enraizados en Jesucristo. No podemos separarnos de él, solo si permanecemos en él podremos ofrecer algo a los demás, porque no hablaremos desde nosotros mismos, sino desde Jesús. Para poder permanecer en él debemos dejar que sus palabras permanezcan en nosotros, que sus palabras se hagan vida en nuestras vidas y en las de los demás, solo así daremos fruto y glorificaremos a Dios.