Juan 11,45-56 | Comentario:
Es mejor que un hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera. Las frases son del Sumo Sacerdote, del hombre supuestamente más religioso de Israel. El hombre de Dios está dispuesto a sacrificar a una persona para salvar al resto. Sus razones parece tener. ¿Qué tal si escucháramos esta misma afirmación en otro contexto y no se tratara de Jesús, reaccionaríamos escandalizados de la misma manera?
Cuántas veces en nuestro día a día, nosotros repetimos la misma frase que Caifás, cuántas veces en nuestras vidas nosotros también preferimos sacrificar a alguien por lo que para nosotros parece ser el bien de los demás, pero sobre todo lo que resulta ser el bien para mí mismo y mi comodidad. El Evangelio de hoy nos advierte de cómo nosotros también podemos repetir esta misma actitud, encontrar un chivo expiatorio en una situación compleja, sin pensar que se trata de un ser humano, de una persona, de un hijo de Dios, de nuestro prójimo.