Jesús marca una nueva etapa en la historia. Y su misión así como su manera de comprender el mundo y la relación entre el ser humano y Dios, marcan también un antes y un después. Jesús no está obsesionado con la fidelidad a las leyes establecidas. El no reniega de ellas. Pero con Jesús todo cobra un sentido nuevo, distinto, renovador, inspirador.

Cuando vienen a cuestionarlo por qué sus discípulos no ayunan si todos los demás lo hacen, Jesús recurre a distintas figuras, la del esposo y la del vino nuevo. A veces será oportuno ayunar, pero también disfrutar de la presencia de Jesús en nuestras vidas, ocasión para celebrar por su amor que se desborda y que nos invita a amar siempre de una manera nueva.

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